“EL SUJETO COLECTIVO ES EL QUE CREA EL LIDERAZGO”


Luis Cáceres, secretario general del Sindicato de Ladrilleros, es un referente clave de la articulación entre la representación gremial nucleada en la CGT y la herramienta sindical de los trabajadores de la economía popular de la CTEP. En este diálogo con LNT habla del rol estratégico de ambos sectores en la gestación de una alternativa política y la construcción de poder popular como vía para enfrentar las consecuencias del capitalismo.

El secretario general del sindicato de Ladrilleros (UOLRA), Luis Cáceres, saluda desde el costado de una gran mesa rectangular en la sala de conferencias del gremio. Un gran mapa colgado de una de las paredes representa a la República Argentina con cada una de sus 23 provincias en una tonalidad diferente. El sindicato de Ladrilleros está en plena construcción nacional, con apertura de delegaciones en hornos donde hasta ahora no había delegados o representantes sindicales. Los mapas, herramienta práctica para monitorear avances, reflejan ese proceso. Cáceres es un estudioso del fenómeno del trabajo y la mutación de la clase trabajadora en la Argentina de los últimos treinta años. Es un teórico-práctico, en cierto modo autodidacta. Nació en una familia que vivió hasta sus 12 años en una villa del municipio de San Martín y se acercó a la militancia a través de Intransigencia y Movilización, la agrupación creada por Montoneros para reinsertarse en la vida política cuando se avecinaba la democracia.

La irrupción del desempleo como fenómeno masivo, una novedad de los ‘90, lo encontró en su primera experiencia de ejercicio sindical. En esos tiempos fue trabajador municipal del viejo partido de General Sarmiento. Cáceres fue por años presidente del Centro de Estudios Laborales (CEL), espacio de capacitación en materia gremial. Un rol que aún sostiene. También forma parte de la conducción del Movimiento Evita. Su desembarco en el gremio de los ladrilleros comenzó como delegado normalizador enviado por el Ministerio de Trabajo: lo designaron en el año 2012. En mayo de 2015 se realizó la primera elección nacional para el consejo directivo. Se presentó una sola lista y fue elegido como secretario general. UOLRA tiene personería, zona de actuación nacional y, desde hace un año, obra social recuperada. La sigla es OSPL (obra social del personal ladrillero). Ladrilleros, como gremio confederado, está adherido a la CGT.

El mensaje de los nuevos tiempos fue cuando los movimientos populares se movilizaron al Congreso para que se aprobara la ley de Emergencia Social y el salario social complementario. Ese día, por primera vez, la CGT se movilizó por las reivindicaciones de los movimientos populares”.

Cáceres transita buena parte de su tiempo entre el sindicato y el territorio. En la actividad de los hornos se alterna la producción tradicional, de empresas privadas y trabajadores asalariados, sobre todo en las periferias de los grandes centros urbanos, con emprendimientos familiares o cooperativos afincados en regiones alejadas de la pampa húmeda. Esa particularidad de UOLRA hace que el sindicato asuma un rol de articulación entre la CGT y la herramienta sindical de los trabajadores no registrados ni encuadrados bajo convenio: la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP).

“Nosotros, como sindicato de Ladrilleros, éramos algo así como intermediarios. Porque ya estábamos adentro de la CGT cuando se dieron una serie de reuniones con los movimientos populares (por la CTEP). Tras esas primeras reuniones se produjo el que para mí es el hecho más importante: un mensaje de los nuevos tiempos. Fue cuando los movimientos populares se movilizaron al Congreso en noviembre de 2016 para que se aprobara la ley de Emergencia Social y se implementara el salario social complementario. Ese día, por primera vez, la CGT se movilizó por las reivindicaciones de los movimientos populares”, subraya Cáceres.

La sede del gremio, sobre la calle Hipólito Yrigoyen y frente a la Plaza de los Dos Congresos, muestra un movimiento constante. Desde los ventanales de ese mismo edificio, pero nueve meses atrás, se pudo ver en detalle el despliegue monumental de la represión que precedió a la sanción de la ley de Reforma Previsional, en diciembre pasado. “La represión fue durísima. Y sin embargo la movilización fue multitudinaria”, rememora el dirigente de los ladrilleros. “A los argentinos nos gusta flagelarnos, y aunque cometemos errores y desaprovechamos oportunidades, también tenemos una consciencia histórica y de lucha impresionante. Esa consciencia colectiva de nuestro pueblo es, justamente, el gran diferencial”, destaca.

La conversación se concentra entonces en el análisis de la incidencia de los pueblos, el protagonismo de los trabajadores en el curso de los acontecimientos. Cáceres sostiene que la actuación de las masas es determinante. “El sujeto colectivo es el que crea el liderazgo”, afirma. Enseguida plantea que para la nueva etapa que se viene en la Argentina es clave “la unidad entre el movimiento obrero organizado y los movimientos populares”. Se trata de una de sus premisas fundamentales, que desarrolla y a la que vuelve a lo largo de la entrevista. En otro momento de la charla, Cáceres analiza el punto de partida desde el cual arranca la articulación de la unidad opositora. En contraste con 2001, el gremialista identifica “tres herramientas” estratégicas, desarrolladas y muy útiles que no tenían tanta presencia 17 años atrás. Se trata del movimiento obrero, los movimientos populares y la Iglesia Católica (comandada por el Papa Francisco).

“Son tres herramientas con las que hoy podemos articular. Con sus contradicciones, con sus diferencias, con sus matices. Si bien en 2002 la Iglesia fue parte de la mesa del diálogo que armó (Eduardo) Duhalde y tuvo un rol, esta Iglesia que tenemos hoy nunca la tuvimos. Está parada en nuestro lado. Lo de Moreno es un ejemplo de esa unidad, de ese acercamiento que se dio entre Iglesia, movimiento obrero organizado, movimientos populares, comunidad educativa y padres. O lo que pasa en Rosario, en Mar del Plata, en Córdoba, en Mendoza, en Paraná.

La entrevista no esquiva la polémica. Cáceres sabe que los diarios afines a la derecha –sobre todo, La Nación– suelen publicar que la administración Cambiemos basa una parte de su gobernabilidad en el vínculo con la CTEP. No por casualidad se trata de la confederación de organizaciones populares más grande y privilegiada en la interlocución por parte del Estado. Para referirse a ese punto, el gremialista plantea que ante un gobierno que expresa al gran capital, se abren “dos caminos” como guías para la acción. “El primero es asumir una posición testimonial, tipo FORJA, que en la década infame denunciaba y planteaba un nuevo país. Una resistencia fuerte desde lo ideológico. Yo, sobre esta opción, a veces digo: ‘tranquilos entonces, con la consciencia’. El otro camino es: ‘saquémosle los recursos al Estado para construir organización popular’. Porque los débiles no combaten al capital, sufren las consecuencias del capital. La única manera en que vos podés combatir al capital, al poder, es construyendo poder popular. ¿Y cómo se construye poder popular? Arrancándole recursos al Estado. Ojo, nosotros le estamos hablando a un sector de la clase trabajadora que trabaja individualmente. Una franja que es castigada, olvidada. Pero que gracias a la unidad, la organización y la movilización, llega a comprobar que se pueden disputar recursos al Estado que, en definitiva, son nuestros. Porque esos recursos son nuestros”, argumenta.

En otro tramo de la charla, Cáceres cuenta vivencias de la campaña de sindicalización que se desplegó entre los trabajadores de los hornos ladrilleros de las zonas más alejadas y sin experiencia de organización sindical. Por ejemplo, en el paraje Pirané, Formosa, se encontró con doscientos trabajadores que lo esperaban tras haber sido avisados de su visita. Cuando llegó hasta el lugar, de un calor extremo en buena parte del día, los anfitriones estaban hablando en guaraní.

Los débiles no combaten al capital, sufren las consecuencias del capital. La única manera en que es posible combatir al capital, al poder, es construyendo poder popular.

“Fijate qué pinta de chorros tienen estos”, era lo que comentaban entre ellos. Lo descubrió uno de los allegados del gremialista que entiende guaraní. “Yo entonces dije: ‘no soy ni Maradona ni Messi. No hago milagros. Acá lo único que vengo a proponerles es construir una organización: el sindicato. Si los trabajadores no se organizan los derechos no les llegan”, reconstruye. La visita terminó con la instalación del gremio en la zona.

Cuando el diálogo gira hacia lo electoral, dice que ve muy deteriorado a Cambiemos y que hay una oportunidad para el triunfo opositor. “Pero no alcanza con que haya condiciones para ganar. Porque en otras oportunidades también hubo condiciones pero no tuvimos la política correcta: no se tuvo la capacidad de interpretar qué es lo que se estaba jugando en ese momento”, advierte. Sin embargo, el gremialista cree también que a pesar de todo, el PJ “va a encontrar los caminos para construir la unidad”. “El peronismo unido funciona como un imán: tracciona todo. ¿Se pueden poner de acuerdo aquellos que tuvieron diferencias? Sí, porque está otra vez la perspectiva de ganar. Yo creo que si el gobierno no logra resolver los problemas económicos y los problemas sociales no tendrá posibilidades de reelegir. Así que la perspectiva de triunfo es ordenadora.

“El peronismo unido funciona como un imán: tracciona todo. ¿Se pueden poner de acuerdo aquellos que tuvieron diferencias? Sí, porque está otra vez la perspectiva de ganar”. En la semana del 17 de octubre, que el peronismo conmemoró desde diversos puntos del país, Cáceres dedica un comentario puntual a los dirigentes con potencialidad de ser candidatos, o candidatas. “Tienen que dejar de lado sus diferencias o poner por encima de esas diferencias los intereses del pueblo, de los trabajadores y de la producción”.

-En los últimos meses la oposición pasó de pensar que Cambiemos ya estaba de salida a pensar que pueden sostenerse por el apoyo del FMI y Estados Unidos.¿Qué piensa del futuro inmediato?

-Nosotros tenemos una doble tarea: que es, por un lado, poner un freno a esta política, a partir del conflicto, a partir de la unidad en la acción, de las movilizaciones y de la organización popular, pero también tenemos que empezar a discutir qué Argentina queremos. Tenemos una responsabilidad. Yo creo que en la nueva etapa que se está abriendo, el pueblo trabajador tiene que ser central. Yo estoy convencido de que el peronismo va a recuperar el gobierno. Lo que no sé es si va a ser con una candidata o un candidato. Pero para dar respuesta a esta situación tan crítica que vivimos va a ser necesaria la unidad y la elaboración de un proyecto nacional en el que el eje central sean los trabajadores.

-Le pregunto por la relación entre las organizaciones sociales y los sindicatos con el kirchnerismo. ¿Qué de esa experiencia habría que repetir y qué hay, claramente, que cambiar?

-Durante el gobierno de Néstor, centralmente, se profundizó una articulación entre la CGT, cuando conducía el compañero Hugo Moyano. En ese momento era el Movimiento Evita el que aparecía con más representantes desde un espacio, un sector, de los movimientos populares. Y avanzamos.En ese proceso nace la CTEP, en 2010, 2011. Nace ya cuando se produce la pelea. Con el primero que hablamos de la construcción de una organización sindical que representara a los trabajadores y trabajadoras de la economía popular fue con Moyano. Y en el lanzamiento de la CTEP estuvo Juan Carlos Schmid. Después se produjo la fractura de Moyano con Cristina y se rompió esa relación. Entonces ahí se parte la CGT y el sector del movimiento obrero que se va justo era el que tenía más articulación con nosotros: Plaini, Schmid, Moyano, Piumato. Ahí se frenó este proceso incipiente de unidad. Pero se siguió desarrollando la CTEP. Era el momento de dar ese salto en esa unidad entre el movimiento obrero y los movimientos populares. Después que asume Macri retomamos otra vez el vínculo. Más allá de las diferencias coyunturales, nosotros siempre mantuvimos una relación con el moyanismo y nunca fuimos de los sectores que agredimos. Ahora, desde que asumió Macri se da como primer paso el reagrupamiento del polo de los ‘cayetanos’: la CCC, Barrios de Pie y la CTEP. El 22 de agosto de 2016, cuando asume el nuevo consejo directivo de la CGT, como sindicato de Ladrilleros volvemos a la CGT. Y fuimos parte de todo este proceso. Juan Carlos Schmid es uno de los compañeros del movimiento obrero que desde siempre estuvo convencido de la necesidad de una CGT que contenga al movimiento obrero y a los movimientos populares. Él fue protagonista pero también hay que reconocer que esto fue aprobado por el consejo directivo de la CGT, donde otros compañeros jugaron y acompañaron la propuesta, tanto del moyanismo como de los independientes: Gerardo Martínez, (José Luis) Lingeri y Andrés Rodríguez fueron muy importantes. El día que marchamos al Congreso por la Emergencia Social y el salario social complementario hablaron el (Esteban) Gringo Castro (CTEP), el Chucky Menéndez (Barrios de Pie), Juan Carlos Alderete (CCC) y Acuña, Daer y Schmid. Ese acto creo que simbolizó el camino que seguimos transitando. Es un camino, un proceso. Pero lo estamos construyendo. Y no sólo a nivel de superestructura, por arriba, sino también se está dando por abajo, en los territorios. En las CGT regionales que se normalizan, por ejemplo, se crean secretarías de Economía Popular. Nosotros, desde el Sindicato de Ladrilleros, asumimos, al representar a trabajadores con patrón y de emprendimientos familiares, una responsabilidad. La de articular con los movimientos populares y contribuir al proceso de unidad.

-¿Hasta qué punto afectó al triunvirato de Schmid, Daer y Acuña la estrategia de optar por una política tiempista ante el gobierno de Macri?

-Yo creo que estos casi tres años de gobierno macrista han desgastado. Porque hubo distintos caminos: desde lo político y desde lo gremial. Además, yo creo que el conflicto social tiene un límite.

-¿No todo lo resuelve el conflicto? ¿A eso se refiere?

-Claro. El gran problema es cuando el conflicto va por un camino y la política va por otro. O sea, cuando estas dos herramientas que tenemos se distancian: por un lado el conflicto, que es el que genera las condiciones para la alternativa política, pero si esa alternativa política no aparece, el conflicto se desgasta y no podés vivir eternamente peleando. Nosotros, en las elecciones pasadas, que perdimos, perdimos una oportunidad… porque conflicto durante los dos primeros años de Macri hubo y fuerte. Pero la dirigencia política se dividió. En definitiva, el conflicto tiene limitaciones. Eso sí, sin conflicto no se generan las condiciones para una salida. Un ejemplo, ¿qué sindicatos estuvieron acá, en la Plaza, cuando peleamos contra la Reforma Previsional? ¿Y qué sindicatos pararon? Si nosotros vemos los comportamientos individuales de cada sindicato, vemos que tuvieron comportamientos ambivalentes, contradictorios. ¿Qué es lo que quiero decir? Que es cierto, que el triunvirato sale de este conflicto, pero también creo que el triunvirato es esencialmente la expresión de la situación actual de división del movimiento obrero.

-El triunvirato es la expresión de una transición, entonces.

-Exacto, de una transición. Porque yo creo que hoy se está gestando el protagonismo de los trabajadores. Algunos me escuchan y me dicen “pero Luis, vos sos optimista, estamos en el infierno y venís a hablar de paraíso”. Pero yo creo. ¿En qué? Los dirigentes podemos tener aciertos y equivocaciones. Pero yo creo en el proceso de los pueblos, en el protagonismo de los trabajadores.

-A veces en los procesos históricos se dan ‘injusticias’. Porque no existen ‘merecimientos’. Los que se sacrificaron y pusieron el lomo en la resistencia después no encabezan la etapa de regreso al Estado.

-Es así. Recordemos lo que hizo Néstor cuando asumió. ¿A qué dirigentes sindicales convocó? A Barrionuevo, a todos los actores del movimiento obrero. Él unificó al movimiento obrero. Los sentó a todos en una mesa. Hasta al mismo (Gerónimo Momo) Venegas. ¿Por qué? Porque para poder gobernar los necesitaba a todos. Convocó a los movimientos populares. Los primeros con los que se sentó fueron Alderete y la CCC. Fue a La Matanza. Convocó a la CTA. Él sabía que para poder enfrentar la situación en la que vivíamos en 2003 necesitaba a todos. Voy a utilizar un ejemplo pero no quiero herir susceptibilidades: pensemos en (Raimundo) Ongaro. Nosotros, cuando hablamos de lo que debe ser un dirigente sindical, mencionamos a Ongaro. Y cuando hablamos de cuál debe ser el rol del movimiento obrero, decimos la CGT de los Argentinos, el documento del 1° de mayo (de 1968). Ongaro fue el protagonista central en la resistencia para que volviera Perón, pero cuando volvió Perón quedó afuera de todo. No entendió la nueva etapa. Por eso yo creo que en lo que viene van a estar todos sentados en la mesa. Porque el que gobierne los va a convocar.

-Existe una polémica en torno a la idea de las dos economías: una economía para los pobres y una economía para el resto de la sociedad. ¿Qué piensa de ese debate?

-Estamos en el inicio de un nuevo proceso. Y la economía popular ha llegado para quedarse. Porque el desarrollo de esta etapa del capitalismo, como dijo el Papa Francisco, descarta. Además, las trabajadoras y los trabajadores no se suicidan, se organizan. Un compañero, una compañera, que está en una feria, ¿no es un trabajador que vive de su esfuerzo y de su sacrificio? Alguien que está en la ruta vendiendo pan casero, ¿no es un trabajador? Un compañero o compañera que está en una fábrica recuperada, que está en una cooperativa, o los campesinos o campesinas de la agricultura familiar, son trabajadores. Lo que está en discusión es la categoría. Bueno, ha cambiado la realidad. Y el desarrollo del capitalismo. Esta realidad existe y va a seguir existiendo. Recordemos que un gobierno nacional de signo popular, a partir de la inversión pública, puede generar millones de puestos de trabajo. Néstor y Cristina generaron más de 4 millones. Pero igual no alcanzó.

-¿No existe el riesgo de que nos dediquemos a organizar a los pobres pero no a combatir a los grandes capitales?

-La cuestión es cómo construir poder popular para combatir al capital. Los débiles no combaten al capital, sufren las consecuencias del capital. La única manera en que vos podés combatir al capital, al poder, es construyendo poder popular. ¿Y cómo se construye? Hoy, los movimientos populares, que le sacaron recursos a este gobierno están fortalecidos como para organizar movilizaciones de 100 mil personas en este país. Si no hubiésemos conseguido esos recursos no hubiésemos podido tener la capacidad de organización y de movilización que tenemos. Nosotros no queremos un país de pobres. Queremos un país parado en la experiencia del peronismo. No existe un país de la economía popular. Lo que sí creemos es que un proyecto nacional tiene que contemplar a este sector dentro de su construcción.

Fuente: La Nación Trabajadora (Nota).

Por Martín Piqué. Fotos: Mayra Llopis Montaña.